Categoría: Nutrición
El
agua
Importancia
de su consumo diario.
El agua es fundamental para la vida, por esta razón es
considerada un nutriente. Ocupa el segundo lugar, después del oxígeno,
en cuanto a importancia para el mantenimiento de la vida. Se trata de una sustancia inorgánica compuesta por dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno. Es, cuantitativamente, el componente más
importante de todos los seres vivos. En el caso del ser humano y los animales
superiores, el agua constituye cerca de las dos terceras partes de su peso, y
el organismo de estos posee una serie de mecanismos que le permiten mantener
constante su contenido de agua, mediante un ajuste entre los ingresos y las
pérdidas de dicho líquido. El fracaso de estos mecanismos, y las consiguientes
alteraciones del balance acuoso, pueden producir graves trastornos capaces de
poner en peligro la vida del individuo.
En el adulto sano, como hemos dicho, el contenido de agua
corporal se mantiene prácticamente constante, a pesar de que las moléculas de
agua contenidas en el organismo animal cambian continuamente. A través de
varios estudios se ha determinado la vida media del agua contenida en nuestro
organismo. Los datos obtenidos indican que la vida media de nuestra agua
corporal ronda entre los 7,5 a 11,5
días. La
renovación del agua corporal se hace más lenta conforme aumenta el tamaño del
animal de estudio.
Las necesidades de agua del organismo humano
Las necesidades de agua del organismo humano están en
parte determinadas por la composición de la dieta que consume, y los cambios en
el estado de nutrición pueden ocasionar cambios importantes en el contenido y
distribución del agua corporal. Un hombre en estado normal de nutrición puede
sobrevivir 60 a 70 días la privación total de alimento, pero no sobrevive más
de 2 semanas la privación total de alimento y de agua de bebida.
El agua pura a temperatura ambiente debe ser inodora, incolora e insípida. Pero
el agua en condiciones normales no es pura químicamente hablando, sino que
lleva disueltos gases (CO2) o sales minerales (cloruros, sulfatos, nitratos,
calcio, magnesio, hierro, etc.), además, puede contener también compuestos
orgánicos y microorganismos. De hecho, en las aguas que han sido potabilizadas
se permite un ligero olor y sabor al potabilizante utilizado.
Exposición Internacional de Zaragoza.
La
recomendación principal que vamos a tratar en este apartado es la creada en
2008 en la Exposición Internacional de
Zaragoza, donde el
tema central de la misma fue el agua. Aunque también se consideran otras
recomendaciones sobre el consumo de agua.
Aprovechando el tema central de la Exposición Internacional
de Zaragoza de 2008, el agua, una comisión de expertos de la
Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y el Observatorio de la
Nutrición y Actividad Física realizaron un análisis científico del perfil
general de hidratación de la población española en base a la ingesta de
distintas fuentes de elementos acuosos. El objetivo final de la declaración de
Zaragoza se centra en plantear un marco de recomendaciones que
fije los conceptos en torno al consumo de agua de bebida, infusiones, bebidas
estimulantes, refrescos azucarados, bebidas lácteas y otros elementos líquidos
de nuestra dieta, así como los aspectos de hidratación relacionados con la
obesidad, hipertensión, hidratación infantil y de la tercera edad también
fueron considerados.
El resultado final fue un documento consenso con
las principales recomendaciones en cuanto al consumo de agua, “Agua,
hidratación y salud: La Declaración de Zaragoza ”.
Decálogo De La Hidratación
Saludable (SENC, 2008)
1.
Ensalivar bien los
alimentos para no ingerir líquidos en cada comida, pero si es necesario elegir
agua en lugar de otras bebidas y entre las comidas.
2.
Elegir el agua
preferentemente al resto de bebidas, y a ser posible agua con un adecuado
contenido en sales minerales.
3.
Aumentar el consumo de frutas,
verduras y ensaladas.
4.
No esperar a tener
sensación de sed para beber. Disponer de agua u otro líquido a mano.
5.
Mantener las bebidas a
temperatura moderada, pues si están muy frías o muy calientes se suele beber
menos.
6.
Niños y ancianos son
colectivos que presentan mayor riesgo de deshidratación.
7.
Elegir las bebidas de
acuerdo con el nivel de actividad física, necesidades de salud y estilo de
vida.
8.
Aumentar la ingesta de
líquidos en ambientes calurosos y antes, durante y después del ejercicio.
9.
Si está vigilando la
ingesta calórica o el peso consuma siempre agua y bebidas bajas en calorías.
10. Diez
raciones de líquidos al día es una buena referencia para una correcta
hidratación (1 ración = 200 a 250 ml).
Pirámide de hidratación
saludable.
¿Qué sucede si bebo mucha agua durante las comidas?
Si consumimos grandes cantidades de agua
durante o después de las comidas, disminuimos el grado de acidez en
el estómago al diluir los jugos gástricos. Esto puede provocar que los enzimas
que requieren un determinado grado de acidez para actuar queden inactivos y
la digestión se ralentice. Los enzimas que no dejan de actuar por
el descenso de la acidez, pierden eficacia al quedar diluidos. Si las bebidas
que tomamos con las comidas están frías, la temperatura del
estómago disminuye y la digestión se ralentiza aún más. Esta
situación es patente en consumos exagerados de agua durante
las comidas, por tanto, no hay que caer en el error de no consumir ningún
tipo de líquido junto a los alimentos.
Lo ideal es consumir líquidos entre las diferentes
ingestas de alimentos, lo que no quiere decir que no tomemos nada junto a las
comidas. Está especialmente recomendado beber uno o dos vasos de agua nada más
levantarse, de esta manera conseguimos una mejor hidratación y activación de
los mecanismos de limpieza del organismo.
Alteraciones Relacionadas Con
El Consumo De Agua
Los
trastornos principales relacionados con el consumo del agua están relacionados
con el déficit o el exceso de ingesta de esta. Por tanto, vamos a tratar
la deshidratación, la hiperhidratación y
la potomanía.
La deshidratación es
una deficiencia de agua en el organismo. Se produce cuando la
eliminación de agua del cuerpo es mayor que el volumen ingerido. La deficiencia
de agua, por lo general, provoca un aumento de la concentración de sodio en la
sangre. Los vómitos, la diarrea, el uso de diuréticos (fármacos
que provocan la excreción de excesivas cantidades de sal y de agua por los
riñones), el exceso de calor, la fiebre y
una disminución del consumo de agua pueden conducir a la
deshidratación. Ciertas enfermedades, como la diabetes mellitus, la
diabetes insípida y la enfermedad de Addison, pueden ocasionar deshidratación
debido a las excesivas pérdidas de agua con que cursan.
En primer lugar, la
deshidratación estimula los centros de la sed del cerebro,
haciendo que se beba más líquido. Si el consumo no alcanza a compensar el agua
que se pierde, la deshidratación se agrava. La sudación disminuye y se produce
menor cantidad de orina. El agua se desplaza desde el vasto depósito interno de
las células hacia la sangre. Si la deshidratación no mejora, los tejidos
corporales comienzan a secarse. Por último, las células empiezan a plegarse y a
funcionar inadecuadamente. Las células del cerebro están entre las más
propensas a la deshidratación, de modo que una de las principales señales de
gravedad es la confusión mental, que puede evolucionar hacia el coma.
Las
causas más frecuentes de deshidratación, como la sudación excesiva, los vómitos
y la diarrea, provocan una pérdida de electrólitos, especialmente sodio y
potasio, además de agua. De ahí que la deshidratación se acompañe a menudo de
una deficiencia de electrólitos. En ese caso, el agua no se
desplaza con facilidad desde el gran depósito interno de las células hacia la
sangre. Por ello, el volumen de agua circulante en la sangre es todavía menor.
Puede producirse una caída de la presión arterial, provocando ligeros mareos o
sensación de una pérdida inminente de consciencia, especialmente al ponerse de
pie (hipotensión ortostática). Si la pérdida de agua y electrólitos continúa,
la presión arterial puede descender peligrosamente y provocar un estado
de shock con graves lesiones a muchos órganos
internos, como los riñones, el hígado y el cerebro.
Tratamiento
En caso
de deshidratación leve, beber agua
natural puede ser suficiente. Sin embargo, cuando se ha producido una
pérdida de agua y electrólitos, se deben también reponer estos (en especial el
sodio y el potasio). Se han formulado algunas bebidas isotónicas para reponer
las sales (electrólitos) pérdidas durante el ejercicio intenso. Dichas bebidas
se pueden utilizar para prevenir o curar la deshidratación leve. Beber una gran
cantidad de líquidos y consumir una pequeña cantidad de sal adicional durante o
después del ejercicio es también un método eficaz. Las personas con problemas
cardíacos o renales deben consultar con su médico la forma más segura de
reponer el líquido antes de empezar la práctica de cualquier ejercicio.
La hiperhidratación es un exceso de agua en el cuerpo. Se
produce cuando el consumo de agua es mayor que su eliminación. Este exceso de
agua causa una dilución excesiva del sodio presente en la
sangre. Beber cantidades de agua exageradas generalmente no causa
hiperhidratación, siempre que la hipófisis, los riñones y el corazón estén
funcionando normalmente; un adulto tendría que beber más de 7,5 litros de agua
al día para exceder la capacidad de excreción del organismo.
La hiperhidratación es mucho más frecuente cuando los riñones no excretan
normalmente el agua, como sucede en el curso de una enfermedad cardiaca, renal
o hepática. Las personas con estos problemas deben limitar la cantidad de agua
que beben normalmente, así como el consumo de sal.
Del mismo modo que en la deshidratación, el órgano más
propenso a la hiperhidratación es el cerebro. Cuando se produce lentamente, las células
del cerebro tienen la posibilidad de adaptarse, de manera que se manifiestan
pocos síntomas. Cuando se produce rápidamente, el paciente puede manifestar
confusión mental, convulsiones y coma.
Los médicos tratan de distinguir entre
la hiperhidratación y el exceso del volumen sanguíneo.
En la primera, el exceso de agua se localiza en el interior y alrededor de las
células y, generalmente, no da señales de una acumulación de líquido. En caso
de exceso de volumen sanguíneo, el cuerpo posee también demasiado sodio y, por
consiguiente, no puede desplazar el agua al depósito interno de las células. En
las situaciones de sobrecarga de volumen, como la insuficiencia cardiaca y la
cirrosis hepática, el líquido se acumula alrededor de las células en el tórax,
el abdomen y la parte inferior de las piernas. La distinción entre
hiperhidratación y exceso de volumen sanguíneo es a menudo bastante complicada,
dado que la hiperhidratación puede ocurrir aisladamente o junto con un exceso
de volumen de sangre.
Tratamiento
El tratamiento de la hiperhidratación
depende hasta cierto punto de la causa de base. Sin embargo,
independientemente de cuál sea ésta, se debe restringir el consumo de
líquidos. Beber menos de un litro de líquido diario generalmente disminuye
la hiperhidratación al cabo de unos pocos días. Esta restricción de líquidos se
debe realizar solamente bajo supervisión médica.
A veces los médicos
prescriben un diurético para aumentar la excreción de agua por
parte de los riñones. En general, los diuréticos son más útiles en el
tratamiento del exceso de volumen sanguíneo y, en consecuencia, su eficacia es
mayor cuando la hiperhidratación se acompaña de un exceso del mismo.
El consumo
excesivo de agua se denomina potomanía y puede
ser síntoma de un desequilibrio psiquiátrico, ya que tiene aspectos en común
con otros trastornos del control de los impulsos. Se trata de un trastorno
relativamente desconocido, que consiste en un deseo frecuente de beber gran
cantidad de líquido, de manera compulsiva y sin sentir en especial sed, y
acompañado de una sensación placentera.
Cuando una persona es consciente de que bebe demasiada
agua, alrededor de 7 o más litros, debería acudir al especialista en
endocrinología con el fin de descartar cualquier trastorno hormonal u otra
patología que afecte al área hipotalámica, lugar donde se encuentra el centro
que regula la sed.
Beber cantidades exageradas de agua u otros líquidos,
generalmente no causa hiperhidratación, siempre que la hipófisis, los riñones y el corazón
funcionen con normalidad, ya que el organismo elimina el exceso. No obstante,
como consecuencia de episodios repetidos y mantenidos de potomanía, se puede alterar el buen
funcionamiento de los riñones, la composición de la sangre y
el equilibrio de fluidos y electrolitos dentro del organismo.
El exceso de líquidos puede ocasionar que los componentes
de la sangre se diluyan, y se produzca un desbalance en la concentración de
electrolitos. La hiponatremia es una consecuencia grave que puede aparecer en caso de potomanía, y
consiste en que el organismo concentra una cantidad muy baja de sodio en la
sangre. La hiponatremia grave impide el funcionamiento normal del cerebro, los
músculos, los órganos y el metabolismo. El resultado puede provocar náuseas,
cefaleas, letargia, convulsiones y coma.
Tratamiento
El tratamiento de la potomanía depende de
la causa de base.
Aun así, con independencia de la causa, se debe restringir el consumo de
líquidos a un litro y medio diario. En ocasiones, los médicos prescriben un
diurético para aumentar la excreción de agua por parte de los riñones,
aumentando el aporte de sodio en poco líquido.